lunes, 22 de junio de 2009

IV

Podrá el sol salir cada día
y las estrellas mirar mi despecho,
podré en silencio causarme agonía
mientras espero triste en mi lecho;
podrán las nubes ser blancas o negras
y el mundo ser verde o incoloro,
el color tendrá que venir a ciegas,
tendrá que surgir de lo hondo
porque la vida que sigue su camino
ya ha dejado de pasar para mí,
porque la cosa perdió su destino
y la nada se acerca con frenesí.

Podrá la gente preguntarme ardua¿qué pasa?, ¿estás bien?
pero sólo saben que se acaba el agua
cuando viene el fuego a evaporar su sien;
mas no saben que duele hasta lo profundo,
la pérdida desilusionaría de esperanza,
porque contigo, vagando en otro mundo,
mi felicidad se acaba, no alcanza...

¿Aún ves las estrellas?

Creo que siempre estamos ahí juntos,
que a pesar de que nos separen leguas,
nuestras almas permanecen en otros mundos;
en lugares donde estoy contigo
y te acompaño en tu ausencia,
en risas, lágrimas, momentos de olvido,
en el miedo que tengo de perder tu omnisciencia.

¡Mujer! ¡Ay, de ambos, nosotros
que sentidos en la pena y la gloria,
pareciera que se vive en la mente del otro,
y yo que tanto quisiera tu euforia,
me encuentro abatido en el mundo, solo,
triste, esperando a leer de ti,
procurando serte todo de polo a polo,
y sentir pronto lo que me haces sentir!

Ahora pasa la noche,
la luna cabalga en fuego,
las plantas derraman derroche,
la vida sigue su juego.
Sin embargo,
por más que continúe la existencia,
te esperaré en este mi letargo
hasta saber de nuevo tu presencia,
de la física, de tu cuerpo,
que antes de verme rendido
daré hasta mi último alientoporque mi alma esté siempre contigo

No hay comentarios:

Publicar un comentario